En un mundo en que existen la energía femenina y la masculina, debemos buscar la paz, el encuentro respetuoso entre ambas. No ganaremos nada manteniendo un enfado contra nuestro aparente opuesto, porque la realidad es que necesitamos esa fusión que desde la confrontación no es alcanzable. Sería preferible que dejáramos de decirle al otro como tiene que ser y comenzáramos a hacernos cargo de nuestras necesidades y de nuestras heridas, sin rabia ni exigencia.
El respeto y el perdón comienzan en nosotros mismos