Vivir sin ilusión tiñe de gris nuestros días y resta sentido a nuestra existencia. Para recuperar la ilusión debemos permanecer en el presente, con la mirada limpia que nos permita ser conscientes de lo que llena nuestros instantes. Debemos recuperar la humildad que nos ayuda a disfrutar de todos los regalos que la vida nos ofrece, en lugar de estar desperdiciándolos por enfocarnos en los caprichos de nuestro ego. Pero vivir con ilusión no tiene nada que ver con tener expectativas. De hecho tener expectativas es abrir peligrosamente la puerta a la frustración…