El dharma incluye aquellas energías arquetípicas o partes de la consciencia que ya hemos integrado; por lo tanto el dharma está compuesto por nuestros dones y va creciendo en la medida en que nosotros trascendemos nuestro karma, o sea que vamos experimentando y recordando aquello que hemos nacido para hacer.
La no manifestación de nuestros dones (de nuestros dharmas) puede llevarnos a «enkarmarlos».